El asesor de convivencia escolar existe

2022-11-07 16:52:16 By : Ms. Gail Su

El profesor de Secundaria José Eduardo Falla lleva dos años como asesor en convivencia escolar para la Delegación de Educación, un cometido que le permite trabajar para la mejora del funcionamiento en todos los centros de enseñanza de la provincia. Además de su trabajo como docente, este linarense de adopción disfruta con otras facetas relacionadas con la cultura, de manera que dedica buena parte de su tiempo libre a la música, el teatro e incluso su capacidad como malabarista. Desde la apertura de miras que le da su posición en el mundo cultural, hace un lúcido análisis sobre la enseñanza. Trabaja en Jaén y vive a caballo entre Linares y Atlanta (Estados Unidos).

—¿Cómo ve el sistema educativo?

—Veo un sistema de acceso a través del cual corremos el riesgo de que haya profesionales que no cuenten con suficientes herramientas para afrontar las necesidades de la docencia. Hay muchos docentes con un compromiso por formarse y buscar esa capacidad transformadora que debería tener el sistema, para transformar la sociedad en lo que creemos que debe ser la del futuro, con unos valores que quieren propiciar. Más allá de quedarnos en la queja, que también es importante, piensan que el cambio depende de nosotros. Sea cual sea la etapa educativa, trabajar valores es una necesidad, parte del curriculum, una exigencia.

—¿Qué opina de los frecuentes cambios de la ley educativa?

—Lo que a mí me llega es que los partidos juegan un poco al tenis, llevando la pelota a echándola fuera. Estamos pagando las consecuencias tanto los profesionales como los alumnos. Debería haber un acuerdo por la educación, que no es una tarea fácil. Si eso no se produce vamos a sufrir cambios que en ocasiones son cambiar por cambiar, lo que supone un desgaste innecesario.

—¿Qué país debería ser el modelo como sistema para España?

—Más que enfocarnos en un solo país, que saldría Finlandia porque tiene mejores resultados, me fijaría en las actuaciones educativa con mejores resultados, de varios países, en los que deberíamos poner el foco.

—¿Cuáles son las medidas más urgentes en la enseñanza actual?

—Que las distintas personas que componen la comunidad tengan unos espacios para construir desde el diálogo y que se escuche a todas las partes. En definitiva, que haya una jerarquía sin argumentos de poder.

—La provincia de Jaén tiene maestros y profesores destacados, que consiguen premios, ¿qué le parece a usted esta circunstancia?

—Estamos rodeados de grandísimos profesionales como evidencian los premios. Podemos ver cómo en convivencia escolar se consiguen galardones anuales de Andalucía. Son premios o menciones para centros de nuestra provincia. Se están haciendo grandes cosas en Jaén.

—¿Cómo se siente dentro de las “tripas” del sistema educativo?

—Supone una gran oportunidad de hacer un cambio, como observador, para seguir mejorando en educación. Me permite conocer todos los niveles en los que podemos hacer incidencia. Me doy cuenta de que la administración somos todos. Hace mucho daño que planteemos una diferenciación con las líneas de separación. Yo las quitaría. El objetivo de todos debería ser el mismo. El protagonista del sistema educativo debería ser el alumnado y que los esfuerzos se muevan a conformar una ciudadanía, que sea libre y feliz. Como herramienta, la inteligencia emocional es un camino que está poco explorado y que tiene un potencial enorme.

—¿Cuáles son sus cometidos?

—Como técnico del gabinete de asesoramiento en convivencia escolar e igualdad de la provincia, coordinamos planes y programas educativos. Trabajamos en la red andaluza Escuela Espacio de Paz y en el plan de igualdad en educación. También nos ocupamos de promover la convivencia positiva. Compartimos buenas prácticas de centros y nos fijamos en los que consiguen mejores resultados. Además, evaluamos centros donde tienen problemas para resolver conflictos, que van a surgir en cualquier sitio, y pueden verse como una oportunidad de aprendizaje, pero, si no se resuelven bien, llegan a generar un enorme malestar. Por eso esta tarea nuestra es tan importante.

—¿Cómo se encuentra la convivencia escolar en la provincia?

—Somos una provincia heterogénea, como no puede ser de otra manera. Es cierto que hay centros que, por su contexto social, tienen menos oportunidades de que se produzca esa heterogeneidad. Se genera entonces un poco el efecto gueto y lo tienen más complicado que el resto ante esos problemas. Les falta esa riqueza que tienen otros centros con varios niveles socioeconómicos, etnias, procedencias, que al final es lo que vamos a tener en la sociedad.

—El bilingüismo lleva en nuestros centros muchos años y funciona mejor en unos que en otros. Trabajar una asignatura a través de una lengua extranjera debe considerarse como una actuación educativa de éxito. Si en algunos centros no funciona deberíamos preguntarnos qué falla. La herramienta del bilingüismo en sí es potente. Cuánta más exposición más fluidez en el idioma. Queremos que haya un compartir entre centros, una red de comunicación que permita contagiarnos de los que consiguen los mejores resultados.

—¿No están arrinconadas ahora las lenguas clásicas, latín y griego?

—El tema es que, según los itinerarios, hay alumnado que se verá poco expuesto a ellas. Tienen una labor muy importante para entender nuestra propia lengua y para explorar distintas maneras de nuestro propio ser. Su estudio tiene unos grandes beneficios. Debería hacerse, tal vez, un acercamiento más interdisciplinar. Eso sería muy interesante.

Atlanta es una ciudad de unos ocho millones de habitantes, pero la casa de Faya pese a no estar en el extrarradio se halla rodeada de naturaleza. Los ciervos visitan su jardín. Cuando está allí disfruta de la vida familiar con su hija y su mujer.

—¿Cómo se las arregla para vivir entre Linares y Atlanta?

—Aprovecho todo el tiempo que puedo. Por suerte tengo las vacaciones para estar allí. En el futuro no descarto pasar algún año entero en Atlanta. Visito siempre que puedo a mi familia política y mis amigos. Creo que hasta ahora estoy consiguiendo conciliar bien. Llevo así doce años.

—¿Cómo se siente en su faceta como actor de teatro?

—En Linares tenemos una escuela de actores y actrices. Participé en una ópera rock, titulada Sigma, un musical teatralizado sobre la Guerra de Vietnam, algo amateur, pero con resultado muy profesional. Me sirve la experiencia que me dan las aulas. Acabo de pasar página del proyecto La Tañedora de Veas, sobre Juan de la Cruz y Teresa de Jesús, que no eran santos entonces, vistos desde los ojos de la tañedora del convento de El Salvador de Beas. La hemos representado en Linares, Canena, Cazorla, Beas y Santiago de la Espada. Ahora, también de la mano de Alfredo Márquez, estoy inmerso en No le atarás el alma, basada en los últimos años en cárceles de Miguel Hernández, mi papel. Es probable que se estrene el próximo mes de enero en Linares.

—¿Le ayudó encarnar al místico?

—He aprendido muchísimo. Me pilló en una época en que estaba profundizando en la meditación, una forma de crear consciencia para vivir de forma más plena. Acercarme a los místicos, aunque ellos lo vivieran desde un punto de vista religiosa, me ha ayudado a mí, que soy ateo, a acercarme a un mundo que me parece totalmente necesario, conocernos mejor por dentro y el vivir el momento presente. Juan de la Cruz y Teresa de Jesús se enfrentaron al sistema y plantearon esa reforma que pedía valores que hoy entendemos necesarios, que la Iglesia se moviera más hacia la humildad, el amor y la oración mental.

—¿Cómo le va en la música?

—Para mí, ha sido importantísima en mi vida. Empecé a meterme como instrumentista relativamente tarde. He tocado muchos palos, inclusive como guitarrista y percusionista, con estilos dispares, desde indie a metal, pasando por el rock y el blues. Ahora estoy enamorado de un proyecto, el grupo Carlitos Hojas.

—Los malabares desempeñan un papel relevante en mi vida. Con ellos he aprendido mucho sobre mí mismo. Empecé tarde y luego me quedé atascado. Mover cinco pelotas fue un muro. Un máster de inteligencia emocional supuso un antes y un después. Lo retomé y la experiencia resultó distinta, mucho más divertida y mucho más eficaz. Ya soy capaz de hacer malabares con cinco bolas y me considero un malabarista.

José Eduardo Faya Palomares tiene 42 años y nació en Santiago de la Espada, aunque casi de inmediato se trasladó a Linares, donde aún vive. Su padre también ejerció de docente, aunque él estudió Filología Inglesa. Hizo las oposiciones a profesor “casi por inercia”, pero una vez en las aulas descubrió su vocación de educador. Empezó en el instituto de Jabalquinto y tiene su plaza en el Abula de Vilches. Lleva diecisiete años de enseñante, inclusive su etapa en Primaria y la Academia de la Guardia Civil de Baeza.

Y tiene una generosa trayectoria en el mundo de la música. En la fotografía, en un ensayo con la extinta banda Dirty Dogs. Tiene muchos registros, entre los que se incluyen los de cantante y bajo. Empezó en la emblemática orquesta Zodiako.

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