Caficultoras de Girardota ya exportan café a Noruega

2022-11-07 16:59:49 By : Ms. Anna lou

Aunque Girardota es municipio con un clima promedio de 22°C, también hay montañas a 2.000 o más metros de altura en donde las temperatura es más baja. En estos parajes, un grupo de mujeres está produciendo un café de alta calidad que ha ido conquistando mercados internacionales: el más reciente, el noruego.

No es cualquier logro: entre los países de mayor consumo percápita de café en el mundo está Noruega, con un promedio de 10 kilos al año por persona, detrás de Finlandia, con 12 kilos.

De la conquista del mercado noruego apenas van unos pasos, pero en esta localidad del norte del Valle de Aburrá, de tradición panelera, el hecho ha sido celebrado con bombos y platillos, por decirlo de alguna forma, pues el café apenas ha empezado a posicionarse en los últimos años y hay un motivo adicional: las cultivadoras son mujeres.

En las montañas de las veredas El Cano, Jamundí, Cencenillo y La Meseta hay familias sembrando el grano con esmero. La administración municipal ha puesto el empeño en redimensionar el campo. Con el café se han dado saltos. Desde hace un año se seleccionaron 30 mujeres cultivadoras, a las que se ha capacitado en la mejora de los cultivos con miras a establecer un sello de calidad que caracterice a Girardota como productor de tazas de un café exquisito.

Al frente del proyecto está Adriana Cataño, una negociadora internacional que recibió el legado del exsecretario de Agricultura, Tomás Madrid, el iniciador. Él renunció hace unos días al cargo, pero los proyectos no tienen reversa: un laboratorio del café y el posicionamiento de Del Campo Girardota, una marca sombrilla que arropa diversos productos locales, como panela y artesanías.

A un poco más de 2.100 metros sobre el nivel del mar, en la finca El Llanito, en El Cano, María del Socorro López se viste de gala para cultivar café. De jean, camiseta y saco, recorre las matas y muestra con orgullo lo que hacen sus manos para lograr que el grano crezca con la calidad suficiente para salir al mercado.

No está en la finca por azar. Desde que vivía en San Vicente Ferrer y sembraba papa, fríjol y maíz, la pasión por la agricultura la ha envuelto. Sus manos nunca han salido de la tierra. Su comodidad en la localidad del Oriente la cambió cuando conoció hace 32 años a Álvaro Hurtado, natural de Girardota, y de quien se enamoró y lo acompañó a vivir en El Llanito.

“En San Vicente veía muy poquitas cosas, acá hay mucho más, no es solo el café, hay otros cultivos, y me siento muy feliz”, dice sonriente.

Además de la marca Del Campo, en la localidad se construyó el Laboratorio del Café. Ubicado en el barrio Santana, es un edificio que combina un taller de procesamiento del grano con un café para tomar tazas de calidad. Cuenta con trilladora, medidor de humedad, mallas de clasificación, tostadora, molino y recipientes de preparación.

Funciona también como aula de aprendizaje con profesores del Sena y la Universidad de Antioquia y asisten alumnos a aprender los secretos del grano. Lo testimonia Catalina Vásquez, profesora de Mercadeo y Comercio Internacional de la U. de A. que llegó al local con un grupo de estudiantes. “El laboratorio es una experiencia maravillosa, porque integra toda la cadena, y para la academia es enriquecedor conocer todos los agentes del proceso, la pedagogía es excelente”, dice.

Las caficultoras de Girardota no son familias con grandes fincas. Las más llegan a una hectárea, pero los cultivos se expanden. En los predios combinan el grano con otros cultivos para que el plan sea sostenible y estimule a los jóvenes a no irse sino a seguir sembrando, “que el campesino sea empresario”, dice el alcalde, Diego Agudelo.

Así pasa en la familia de María del Socorro. Allí, su hijo Valentín es su apoyo. “Yo terminé el estudio y me quedé, me gusta el campo. Pero no solo con café, también estoy montando un cultivo hidropónico de lechuga y tengo limones, aguacates, plátano”.

María dice que estar en el grupo de las cafeteras le cambió la vida. Ya no se limita a la finca, “ahora comparto con las compañeras, aprendo cosas que no sabía, a hacer tortas, bebidas de pulpa y a prepararlo para que sepa mejor”.

La taza de café de Girardota ha llegado a los 87,7 puntos, es decir, de altísima calidad. A los noruegos, un grupo de 15, los llevaron a las fincas en chivas de escalera. Allí vieron a las mujeres cultivando y en su lucha por superar vías que son caminos de herradura y esto los cautivó. “El que fueran mujeres los enamoró y por eso decidieron comprarles”, explica Adriana Cataño.

“Para mí es un orgullo que ellos, tan monos y todos altos, se llevan mi café para su país, es lo mejor que me ha pasado”, expresa María metida en los cafetales. El sueño apenas empieza y va firme.

Los noruegos llegaron hace 15 días e hicieron el primer pedido. El municipio ya ha exportado el grano a Estados Unidos y Corea, pero son mercados menos exigentes en calidad. El exsecretario Madrid asegura que al iniciar el proyecto la carga de 125 kilos se vendía a $600 mil y producirlo valía $700 mil, se trabajaba a pérdida, pero ahora se comercia a $2.400.000, con márgenes de ganancia entre 10 y 12 %. Por el laboratorio del café, desde enero, han pasado 1.200 personas a recibir capacitación, sin contar las que visitan el sitio, muy acogedor por cierto, a degustar la bebida, que se prepara en el lugar.

Si quiere más información:

Periodista egresado de UPB con especialización en literatura Universidad de Medellín. El paisaje alucinante, poesía. Premios de Periodismo Siemens y Colprensa, y Rey de España colectivos. Especialidad, crónicas.